¿Las pas tienen más inteligencia emocional?

Una persona de la comunidad de Whatsapp de Ser altamente sensible preguntó hace poco en el chat de consultas si las PAS tienen más inteligencia emocional. Es una de esas preguntas que parecen simples, pero que contienen muchas capas.

Y me alegra que haya salido, porque creo que es otra de las claves para entendernos mejor y poder convivir con objetividad con nuestra alta sensibilidad.

¿Las PAS tienen más inteligencia emocional?

Lo cierto es que, por naturaleza, las personas altamente sensibles contamos con varias cualidades que están en la base de una buena inteligencia emocional. Sentimos todo profundamente, procesamos todo con mucho detalle y nos afecta —en mayor medida que a la mayoría— el entorno que nos rodea.

Captamos matices que a otros se les escapan, y es habitual que detectemos antes que nadie un cambio de ánimo, una contradicción entre lo que alguien dice y lo que expresa con su cuerpo, o que identifiquemos cuando una persona ríe pero está rota por dentro.

Hay estudios que han demostrado que las personas altamente sensibles tienen más actividad en las neuronas espejo, responsables de la capacidad empática humana.

¿Entonces tenemos más inteligencia emocional?

Depende.

Porque tener la capacidad no significa saber usarla correctamente.

Una PAS puede tener muchísima empatía, pero si no ha aprendido a poner límites, corre el riesgo de convertir o confundir la empatía con la fusión emocional. Es decir, no solo comprender lo que otra persona siente, sino empezar a sentirlo como si fuera suyo. Y ahí dejamos de empatizar para empezar a cargar con emociones ajenas, con sus consecuencias: agotamiento, confusión, tristeza y culpa.

Es un delito tipificado en el artículo 253 del código penal: apropiación indebida…

Esto no es un problema de alta sensibilidad, no es por ser PAS. Es una señal de que, como poco, esa inteligencia emocional está descompensada.

¿Y hacia nosotras mismas?

Aquí viene otra parte importante. Aunque las PAS tengamos herramientas «de serie» para desarrollar una buena inteligencia emocional, hay tres factores que suelen desactivarla hacia dentro:

• La autoexigencia: buscamos hacerlo todo bien, con el máximo detalle, y sin fallar a nadie.

• La necesidad de agradar y sentirnos aceptadas: lo que puede llevarnos a tratar de complacer y «salvar» a los demás más que a respetar nuestras propias necesidades.

• Un diálogo interno cargado de dudas y cuestionamientos: pensamos mucho, demasiado a veces, y esto puede llevarnos a invalidar lo que sentimos o a justificar lo que no nos hace bien.

El resultado es que donde menos aplicamos esa inteligencia emocional que tenemos… es hacia nosotras mismas.

¿Qué podemos hacer?

La buena noticia es que todo esto se puede trabajar.

Podemos aprender a reconocer lo que sentimos, a entender por qué lo sentimos, y sobre todo, a darle valor a nuestras emociones y necesidades.

Esto requiere tomar decisiones y emprender un proceso consciente. Entender dónde estamos, por qué estamos donde estamos y saber hacia dónde queremos ir. Es algo tan necesario como posible.

Este es uno de los pilares fundamentales en los que trabajamos en los acompañamientos en seraltamentesensible.com. Porque no se trata solo de tener una alta sensibilidad. Se trata de comprenderla a fondo, aprender a vivir el regalo que supone, de forma sana, equilibrada y explotando todo su potencial.

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